RSS

Articulos

¿MI NIÑO ES INQUIETO O HIPERACTIVO?
En el ámbito de la psicología infantil y, por qué no, en la educación, por momentos pareciera haber trastornos o déficit de moda. Eso al menos es lo que piensa un gran número de padres, educadores y algunos profesionales de la salud mental. Desde hace unos pocos años en España, y algunos más en los Estados Unidos, se diagnostica el trastorno por déficit de atención e hiperactividad con más asiduidad que nunca. Esto ocurre en la consulta profesional y en la escuela. Entonces es cuando surge la pregunta: ¿Es mi hijo un niño inquieto sin más o tiene un trastorno? ¿Cómo saber dónde está el límite? A continuación, respondemos a las preguntas más frecuentes sobre este tema.

¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención?
Este trastorno se denomina oficialmente Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), aunque en general es conocido por algunos profesionales como TDA ó TDAH.
Los investigadores poseen ahora evidencias suficientes como para definir su posición en cuanto a que tanto el TDA como el TDAH, como nos referiremos a partir de ahora, no es un trastorno específico con diferentes variaciones. Siguiendo dicha evidencia, lo dividiremos en tres subtipos, de acuerdo a las características principales asociadas al mismo: falta de atención, impulsividad e hiperactividad:

Tipo Combinado –síntomas múltiples de falta de atención, impulsividad e hiperactividad.
Tipo con predominio de déficit de atención – M múltiples síntomas de falta de atención con poca, si hay, hiperactividad-impulsividad
Tipo con predominio hiperactivo-impulsivo —síntomas múltiples de hiperactividad-impulsividad con poca, si hay, falta de atención.
Estos subtipos se refieren a que algunos niños con TDAH no tienen problema en permanecer quietos en una silla o en seguir comportamientos de inhibición, pero pueden tener problemas de falta de atención y como resultado de ello grandes dificultades en concentrarse en una tarea o actividad determinada. Otros, pueden no tener problemas en prestar la debida atención, pero pierden concentración debido a una hiperactividad-impulsividad predominante sin controlar su impulso y actividad. El más frecuente suele ser el Tipo Combinado. Esos niños tendrán síntomas significativos de las tres características.

¿Cuáles son las señales más evidentes del TDAH?
Las características básicas asociadas al trastorno son la falta de atención, hiperactividad, así como la impulsividad. Los profesionales que diagnostican estos tipos de trastornos utilizan los criterios establecidos por la Asociación Americana de Psiquiatría-1994 cuyos síntomas se relacionan en el DS M -IV ( M anual de Estadística y Diagnóstico para Trastornos Mentales).

Déficit de atención
Se describe el TDAH como una atención un tanto precaria y una actitud distraída por parte del niño. Actualmente, la distracción y la falta de atención no se consideran sinónimos. La primera, se refiere a la brevedad en cuanto a la calidad de atención y la facilidad con la que algunos niños pueden perderla. La segunda, es un proceso que consta de diferentes partes: la dirigimos (hacia algo en lo que poner la atención), la seleccionamos (algo que requiere nuestra atención en aquel momento) y la mantenemos (ponemos atención durante el tiempo necesario). También nos resistimos (evitamos cosas que inhiben nuestra atención) y la cambiamos (pasamos nuestra atención a otra cosa, si es preciso).
Cuando nos referimos a alguien como distraído, estamos diciendo que una parte de su proceso de atención se ha interrumpido. Los niños con TDAH es posible que tengan dificultad con una o todas las partes del proceso de atención. Algunos niños pueden tener dificultades en la concentración sobre una tarea (particularmente en labores rutinarias o aburridas), en empezar una tarea e incluso otros pueden perderse en las directrices durante proceso. Un observador cuidadoso puede apreciar dónde se rompe este proceso para un niño en particular.

Los síntomas del déficit de atención relacionados en el DS M -IV son:
Falta de la debida atención a los detalles o caer en errores irreflexivos en las tareas escolares u otras actividades.
Dificultad en mantener la atención en las tareas o en los juegos.
Parecer no escuchar cuando se les habla directamente.
Tener conflicto en seguir las instrucciones dadas y en acabar las tareas escolares, domésticas, etc. (no debidas a oposición o a dificultad en entender las instrucciones).
Mostrar dificultad en organizar tareas y actividades.
Evitar, les disgusta o son reacios a empezar una tarea que requiere cierto esfuerzo mental continuado (como tareas escolares).
Perder a menudo cosas necesarias para realizar sus tareas o actividades (juguetes, lápices, libros o herramientas escolares).
Distraerse con estímulos externos.
Olvidarse a menudo de las actividades diarias.

Hiperactividad
La excesiva actividad es el signo más visible del TDAH. La hiperactividad en preescolar se describe generalmente como el típico niño que está “siempre en movimiento”. Con los años, los niveles de actividad pueden disminuir.
Durante la adolescencia y durante el principio de la edad adulta la hiperactividad puede aparecer como un comportamiento agitado o intranquilo.
Los síntomas de hiperactividad relacionados en el DS M -IV son:
Realizar movimientos continuos de manos o pies o mostrarse inquieto al estar sentados.
Estos niños suelen levantarse de su silla en clase o en otras situaciones en las que se espera que permanezcan sentados.
Se mueven arriba y abajo continuamente y en situaciones inapropiadas (en la adolescencia o en la edad adulta pueden limitarse a experimentar sentimientos subjetivos de intranquilidad).
Tener dificultades en jugar o elegir actividades lúdicas que requieren cierta tranquilidad.
A menudo están “en marcha” o son demasiado dinámicos en su actuación.
Hablar en exceso.

Impulsividad
Cuando la gente piensa en impulsividad, a menudo lo hace como impulsividad cognitiva, que es actuar sin pensar. La impulsividad en los niños con TDAH es algo diferente. Esos niños actúan antes de pensar, debido a que tienen dificultad en esperar o retrasar su gratificación. Les fuerza a hablar fuera de turno, interrumpir a los demás e involucrarse en comportamientos de riesgo. El niño puede cruzar la calle sin mirar o escalar a árboles demasiado altos. Aunque este comportamiento sea de riesgo, el niño realmente no es temerario, sino que tiene gran dificultad en controlar sus impulsos. En ocasiones, son los primeros en sorprenderse al descubrir que se han expuesto a una situación de peligro y no tienen idea de cómo salirse de ella.
Los síntomas de impulsividad relacionados en el DS M -IV son:
Responder antes de haber completado la pregunta.
Interrumpir o entrometerse en las acciones de los demás (en conversaciones o juegos).
Es importante observar que en el DS M -IV, la hiperactividad y la impulsividad no se consideran características separadas ya que la hiperactividad-impulsividad es un patrón procedente de la dificultad en conseguir un comportamiento de control.
Además de los problemas con la falta de atención o hiperactividad-impulsividad, el trastorno se presenta con características asociadas. Dependiendo de la edad del niño y su desarrollo, los padres y profesores pueden apreciar baja tolerancia a la frustración, arranques de temperamento, despotismo, dificultad en seguir las reglas, falta de organización, exclusión social, autoestima pobre, bajo rendimiento académico y auto aspiraciones inadecuadas.

Otras características de diagnóstico esencial de TDAH incluyen:
Los síntomas de falta de atención, hiperactividad o impulsividad deben persistir al menos durante seis meses y ser inconsistentes con los niveles de desarrollo.
Algunos de los síntomas que ocasionan deterioro deben presentarse antes de los 7 años.
Ciertos deterioros partiendo de los síntomas se presentan en dos o más ambientes (en las tareas escolares y en casa).
La evidencia del deterioro significativo clínicamente está presente en el funcionamiento social, académico u ocupacional.
Los síntomas no suceden exclusivamente durante el curso del Trastorno de Desarrollo Global, Esquizofrenia u otros Trastornos Psicóticos y no son mejor explicados por otro trastorno mental (ejemplo: trastorno del carácter, trastorno de ansiedad, trastorno disociativos o trastorno de la personalidad).

¿Es posible que los niños presenten ocasionalmente estos signos?
De vez en cuando, todos los niños son impulsivos, activos y muestran signos de falta de atención. En el trastorno del TDAH estos comportamientos son la regla, no la excepción. Cuando un niño exterioriza estas actuaciones como sintomáticas, incluso si lo hace de forma consistente, no debe llegarse a la conclusión de que tiene el trastorno. Sólo después de haber realizado una evaluación completa, se puede asumir la existencia del mismo y es preciso realizar un control ya que, a largo plazo, puede ser un factor que redunde en posteriores complicaciones.

Tratamientos
El tratamiento conductual para niños con TDAH implica el ajuste del medio ambiente para gestionar con éxito sus interacciones sociales. Estos ajustes incluyen la creación de una mayor estructura, fomentando rutinas y fijando expectativas beneficiosas como pueden ser:
1.- Entrenamiento en habilidades sociales. Esto puede ayudar a un niño a aprender comportamientos que les ayuden a desarrollar y mantener relaciones sociales.
2.- Intervención de un psicólogo infantil que de pautas a padres y familiares, focalizándose en el tratamiento cognitivo conductual y sistémico del niño.
2.- Asesoramiento individual y capacitación para padres. La educación y apoyo para los padres puede ser una parte integral del tratamiento del TDAH.
Las necesidades de cada niño y su historia personal deben ser cuidadosamente consideradas, por lo que el asesoramiento de un terapeuta especializado es lo más indicado.

MITOS
Mitos sobre el Trastorno por Déficit de Atención:
1.- Todos los niños con Déficit de Atención son hiperactivos.
Algunos niños presentan hiperactividad, pero la mayoría no lo son.
2.- Los niños con Déficit de Atención no prestan atención.
Los niños con este trastorno a menudo sí son capaces de concentrarse en las actividades con las que disfrutan. Aunque lo intenten, tienen problemas para mantener el foco cuando la tarea es aburrida o repetitiva.
3.- Los niños con Déficit de Atención optan por ser difíciles y podrían comportarse mejor si se lo propusieran.
Los niños con el trastorno puede esforzarse, pero son incapaces de quedarse quietos, tranquilos o prestar atención. Parecen desobedientes, pero eso no quiere decir que lo hagan a propósito.
4.- En la edad adulta estos niños superarán el trastorno.
No espere a que el niño crezca para seguir un tratamiento correcto ya que, de hacerlo, estará evitando que aprenda a gestionar y minimizar los síntomas.
5.- Los medicamentos son la mejor opción de tratamiento para el Déficit de Atención.
Si bien es cierto que suelen prescribirse a menudo medicamentos adecuados, pueden no ser la mejor opción para el niño. El tratamiento realmente eficaz para el trastorno también incluye la educación, terapia cognitivo conductual, el apoyo en el hogar y la escuela, el ejercicio y una nutrición adecuada .
En síntesis, la observación conjunta de padres y maestros es de gran valor para establecer un buen criterio a la hora de decidirse por una intervención psicoterapéutica. Pero ante todo hay que tomar conciencia de que la consulta con un profesional es la mejor manera de saber con seguridad si estamos ante un trastorno o, simplemente, ante unos niños con mucha energía y motivaciones diferentes a las previstas por los padres.

Fuente: Psicología Infantil en Barcelona - Instituto Klein


TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO

Se trata de las llamadas "conductas antisociales", en las que no se respetan los derechos de los demás ni las normas sociales.

Suelen ir apareciendo en el transcurso normal del desarrollo de un niño, pero en el momento en que persisten en el tiempo más allá de lo "esperable" y en un grado de intensidad "llamativo" quedará determinada la conducta como problemática.

EL NIÑO QUE MIENTE
El niño suele mentir como resultado de un sentimiento de frustración.

Hasta los 4 años, el niño suele comportarse con el fin de complacer a los padres; de ahí, que el realizar algo que se sabe no va a gustar, se omite, no se cuenta.

Es alrededor de los 6-7 años, cuando el niño ya tiene conciencia de haber mentido y se siente mal por ello, aunque no se le haya descubierto.

Razones por las que un niño suele mentir:

- por imitar a los adultos: El niño se da cuenta que los adultos mienten cuando les interesa:

- para complacer a alguien

- para no hacerle daño,... Para el niño esto se va a ir convirtiendo en algo natural, que cree poder utilizar a su conveniencia tal y como ha observado en los demás.

- por predisposición en su personalidad: encontraremos diferentes reacciones según el carácter del niño. Si es tímido o si es un niño con muchos miedos, lo que hará será negar las cosas. El niño exaltado, las exagerará. Precisarán diferente trabajo terapéutico:

  • al niño tímido se le estimulará más, se hablará con él para que al "conocer" esas cosas que le producen tanto miedo se sienta con más dominio sobre ellas.
  • al niño exaltado se le intentará relajar mediante ejercicios de descarga psicomotriz o mediante alguna actividad deportiva; y se atenderá con detalle a sus fantasías, haciéndole ver que no son más que eso o que sólo una parte de éstas se ajustan verdaderamente al mundo real.

- para llamar la atención, pues se siente poco atendido: la mentira más frecuente suele ser el inventar una dolencia (se trata de algo diferente a los trastornos psicosomáticos, pues aquí el niño en realidad no sufre enfermedad alguna). Los padres deberán intentar dar al niño el afecto que reclama y dedicarle más tiempo.

- para evitar un castigo: la mayoría de las mentiras vienen producidas por este miedo. Suele responder a unos padres demasiado rígidos y moralizadores, y a un hijo con miedo de perder el amor de éstos. Es conveniente averiguar qué imagen tienen estos hijos de los padres, pues a veces es muy distinta de la que creemos.

- por vanidad o "chulería": generalmente se produce porque el niño quiere agradar a los padres, sabiendo cuánto valoran éstos las apariencias.

- por no tener la capacidad de distinguir entre lo real y lo imaginario: este caso precisa de psicoterapia, ya que este tipo de niños no tienen conciencia de que están mintiendo; significa que está anclado en fases anteriores de su desarrollo o que está perdiendo contacto con la realidad.

De acuerdo a las capacidades evolutivas del niño, es conveniente buscar la manera de enseñarle sobre la honestidad, a identificar lo real de lo imaginado,... y sobre todo, intentar ser un buen ejemplo.

Se felicitará siempre la veracidad de lo explicado, y una vez el niño miente, antes que reñirle, es necesario averiguar los motivos que le han llevado a mentir.



EL NIÑO QUE ROBA
El robo también suele producirse como resultado de un sentimiento de frustración.
Cuando el niño se inicia en esta conducta, fácilmente la convierte en un hábito, pasando de pequeños hurtos en casa a robos cada vez mayores.
Algunas de las causas por las que un niño, al que no le falta nada, roba son:
- por impulso, actúa sin reflexionar: desea un objeto y su egocentrismo no le deja darse cuenta de que deja a otra persona sin ese objeto.
- por culpabilidad (para que le castiguen)
- para tomar protagonismo ante compañeros,...
- para compensar el sentimiento que tiene de carencia afectiva o de abandono
- por agresividad, únicamente para perjudicar al dueño de aquel objeto, aunque después dicho objeto sea destruido o regalado.
En cuanto se observen indicios de esta conducta, los padres deben actuar, no deben dejar lo sucedido en algo ignorado. No debe culpabilizarse al niño: "malo" no es el niño, sino la acción de robar que ha realizado. Se hablará sobre lo sucedido, sobre cómo poder reparar el daño realizado y, si es posible, pedir disculpas a la persona afectada.
Según la gravedad o la persistencia de esta conducta se hará precisa la intervención de un psicólogo infantil


EL NIÑO AGRESIVO

Las primeras conductas consideradas realmente como agresivas aparecen entre el 2º y 3er año de vida cuando se siente frustrado por no ver cumplidos sus deseos; entonces, el niño araña, muerde, pega,...

Antes de esta edad, lo que muestra el niño es rabia, mediante pataletas y gritos.

Es a partir de los 4 años, cuando esta agresividad pasa a ser expresada verbalmente.

Esto ocurre en el desarrollo normal de todo niño. Lo que sucede es que algunos continúan mostrándose agresivos, y esto sí que se convierte en una conducta problemática. El grado de agresividad, la edad de aparición, así como su permanencia en el tiempo hará determinar la intervención de un psicólogo infantil que abarque el problema desde su globalidad.

Generalmente, tras este comportamiento hay una baja autoestima, un ser que lucha por autoafirmarse y/o la expresión de un exceso de tensión o angustia que no encuentra otra vía de escape. Para unos, la agresión es una forma de dominar al grupo y para otros es imitar lo que han visto o vivido en casa,...

Para lograr algún cambio en dicho comportamiento, habrá que incidir directamente sobre las causas que lo originan, además de educarle en el control de sí mismo.

Al hablar de agresividad nos referimos tanto a la agresividad física como a la verbal, y tanto a la autoagresividad como a la agresividad contra los demás. Tanto el comportamiento autodestructivo como el de agresividad contra los demás pueden llegar a resultar muy peligrosos; de ahí, que no deben ignorarse, ni se puede esperar a que se resuelvan por sí solos.

AGRESIVIDAD CONTRA LOS DEMÁS

Cuando un niño se muestra una conducta agresiva contra los demás, se le apartará del grupo, provocando en él una reflexión, sin reñirle ni culparle, y haciendo que continúe su juego sólo hasta que decida volver a integrarse al grupo con otra actitud más adecuada.

Encontramos en este grupo también a los niños que:



  • juegan continuamente con fuego
  • dañan a los animales.

Son casos que requieren una rápida intervención, pues están poniendo en peligro su propia vida y la de los demás.


AUTOAGRESIVIDAD (Suicidio, Autolesionarse,...)

- El suicidio es algo poco frecuente en niños menores de 10 años; lo es más en las edades cercanas a la adolescencia.

Signos preocupantes son:



  •  el mostrarse "especialmente triste"
  •  perder interés por las cosas que le rodean
  •  perder el apetito
  •  alteraciones del sueño (en exceso o en defecto)
  •  decir cosas negativas sobre sí mismo

Estos datos deben alertarnos, y hacen necesario buscar las causas (hablando con el propio niño).
La mayoría de los casos requerirán un trabajo más profundo por parte de un especialista infantil, e intervenir de forma rápida mediante un tratamiento.


Fuente: Psicología Infantil en Barcelona 




PSICOMOTRICIDAD.
TRASTORNOS DEL DESARROLLO PSICOMOTOR
Los trastornos del desarrollo psicomotor son muy difíciles de definir. Reflejan siempre alteraciones en las que se ven afectados varios aspectos del desarrollo del niño; de ahí la importancia de intervenir cuanto antes, pues el trastorno puede ir repercutiendo negativamente en otras áreas del niño, agravando y comprometiendo el desarrollo del niño.
Podemos decir que, de modo general, los trastornos psicomotrices están muy ligados al mundo afectivo de la persona; de ahí, que en la valoración se deba contemplar la globalidad del individuo.
El psicomotricista, como finalidad del tratamiento, buscará que el niño consiga un mayor dominio sobre su propio cuerpo y, por tanto que logre más autonomía; el trabajo terapéutico se hará incidiendo tanto sobre el propio cuerpo como sobre las relaciones que éste establece con el entorno.
Las manifestaciones de cada trastorno son muy individuales de cada caso, pese a caracterizarse por unos rasgos básicos comunes.
Un examen profundo y completo es básico para detectar las deficiencias y trabajar sobre ellas.

DEBILIDAD MOTRIZ


Básicamente, estos niños siempre presentan tres características:
·         torpeza de movimientos (movimientos pobres y dificultad en su realización).
·         paratonía: el niño no puede relajar el tono de sus músculos de forma voluntaria; incluso en vez de relajarlos, los contrae exageradamente. Este rasgo es el más característico de este trastorno.
·         sincinesias
A veces, también presentan inestabilidad motriz, tics, tartamudeo,...
Este trastorno afecta a diferentes áreas del niño: al afectivo, la sensorial, al psíquico y al motor,
Será muy importante realizar un buen diagnóstico que discrimine si el niño sufre una "debilidad motriz" o se trata de otro trastorno psicomotor, para enfocar correctamente el tratamiento o reeducación.


INESTABILIDAD MOTRIZ
El niño con inestabilidad motriz es incapaz de inhibir sus movimientos, así como la emotividad que va ligada a éstos.
Es incapaz de mantener un esfuerzo de forma constante; se muestra muy disperso.
Suele predominar la hiperactividad y las alteraciones en los movimientos de coordinación motriz. Hay una constante agitación motriz.
Suele tratarse de un niño problemático y mal adaptado escolarmente; presenta problemas de atención, de memoria y comprensión, así como trastornos perceptivos y de lenguaje; el propio fracaso escolar aumenta su desinterés por los aprendizajes. Ya hemos dicho anteriormente que se desencadena toda una secuencia de alteraciones que recaen a su vez sobre otras.

INHIBICION MOTRIZ
El niño inhibido motrizmente suele mostrarse tenso y pasivo.
Muestra como un temor a la relación con el otro, a la desaprobación, y ello le hace "no hacer", "inhibir" lo que serían los amplios movimientos corporales que le harían demasiado "visible".

RETRASOS DE MADURACION
Se valorará en relación al desarrollo motor de un niño normal o estándar; pero también deberán valorarse otros factores (además del psicomotor), afectados por esta "dinámica madurativa".
Probablemente, encontraremos también como características de este retraso un niño con inmadurez afectiva, actitud infantil y regresiva, dependencia, pasividad,...

DISARMONIAS TONICO-MOTORAS
Nos referimos a alteraciones en el tono: hay una mala regularización del mismo.
Puede darse en individuos con un buen nivel motor. Tienen que ver con las variaciones afectivas, con las emociones.
Algunas de ellas son:
- PARATONIA: el individuo no puede relajarse y el pretenderlo aumenta más su rigidez.
- SINCINESIAS: son movimientos que se realizan de forma involuntaria, al contraerse un grupo de músculos, al realizar otro movimiento sobre el que centramos nuestra atención. Por ej., mientras el niño escribe saca la punta de la lengua. Tiene que ver con cierta inmadurez sobre el control del tono. Suele ser algo normal hasta los 10-12 años, edad en la que van desapareciendo. Por sí mismas no son un trastorno, sino que suelen formar parte de algún otro problema.

TRASTORNOS DEL ESQUEMA CORPORAL
En estos trastornos se diferencian dos grupos:
- los trastornos referentes al "conocimiento y representación mental del propio cuerpo"
- los trastornos referidos a la "utilización del cuerpo" (de la orientación en el propio cuerpo y, desde éste, del espacio exterior; y de una inadecuada utilización del mismo en su relación con el entorno). Es donde se encuentran la mayoría de los problemas. Los orígenes de éstos pueden encontrarse en esas primeras relaciones afectivas del niño con su entorno; ello demuestra, una vez más, la estrecha relación entre la afectividad y la construcción del esquema corporal.
Dentro de este grupo de trastornos, encontramos:
- ASOMATOGNOSIA: el sujeto es incapaz de reconocer y nombrar en su cuerpo alguno de sus partes. Suele esconder alguna lesión neurológica. La Agnosia digital es la más frecuente en los niños: éste no es capaz de reconocer, mostrar ni nombrar los distintos dedos de la mano propia o de otra persona. Suelen haber otras alteraciones motrices acompañando a ésta.
- TRASTORNOS DE LA LATERALIDAD: estos trastornos son, a su vez, causa de alteraciones en la estructuración espacial y, por tanto, en la lectoescritura (y, de ahí, al fracaso escolar). Los más frecuentes son:
- Zurdería contrariada, aquellos niños que siendo su lado izquierdo el dominante, por influencias sociales pasa a encubrirse con una falsa dominancia diestra. La zurdería en sí no es un trastorno; sí el imponer al niño la lateralidad no dominante para él.
- Ambidextrismo: el niño utiliza indistintamentelos dos lados de su cuerpo para realizar cosas; también origina serios trastornos espaciales en el niño y en sus aprendizajes.
- Lateralidad cruzada: también origina problemas de organización corporal. Cuando el niño no tiene una lateralidad claramente definida, hay que ayudar a resolverlo en algún sentido.

APRAXIAS INFANTILES
El niño que presenta una apraxia conoce el movimiento que ha de hacer, pero no es capaz de realizarlo correctamente. Se trata de un trastorno psicomotor y neurológico.
Existen muchos tipos de apraxias, y reciben nombre en función de la localización de su incapacidad:
- APRAXIA IDEATORIA: en este caso, para el niño resulta imposible "conceptualizar" ese movimiento.
- APRAXIA DE REALIZACIONES MOTORAS: al niño le resulta imposible ejecutar determinado movimiento, previamente elaborado. No hay trastorno del esquema corporal. Se observan movimientos lentos, falta de coordinación,....
- APRAXIA CONSTRUCTIVA: incapacidad de copiar imágenes o figuras geométricas. Suele haber una mala lateralidad de fondo.
- APRAXIA ESPECIALIZADA: sólo afecta al movimiento realizado con determinada parte del cuerpo:
- APRAXIA FACIAL: referente a la musculatura de la cara)
- APRAXIA POSTURAL: referente a la incapacidad de realizar ciertas coordinaciones motrices)
- APRAXIA VERBAL (el sujeto comprende la orden que se le da, pero motrizmente es incapaz de realizarla).
- PLANOTOPOCINESIAS Y CINESIAS ESPACIALES: el niño muestra gran dificultad en imitar gestos, por muy simples que éstos sean, ya que ha perdido los puntos de referencia fundamentales (de arriba-abajo, derecha-izquierda,...). El esquema corporal está muy desorganizado.

DISPRAXIAS INFANTILES
 Se trata de apraxias leves. Dentro de las dispraxias hay también diversos grados de afectación.
El niño "dispráxico" tiene una falta de organización del movimiento.
Suele confundirse, a veces, con la "debilidad motriz"; de ello depende un buen diagnóstico.
No hay lesión neurológica.
Las áreas que sufren más alteraciones son la del esquema corporal y la orientación témporo-espacial.
Aunque el lenguaje suele no estar afectado, el niño con dispraxia presenta fracaso escolar, pues la escritura es de las áreas más afectadas.

TICS
Son movimientos repentinos, absurdos e involuntarios que afectan a un pequeño grupo de músculos y que se repiten a intervalos. Generalmente, no tienen como causa ninguna lesión de tipo neurológico.
Desaparecen durante el sueño.
Suelen aparecer entre los 6 y los 8 años y muchas veces lo hacen en la pubertad.
Hay mucha variabilidad. Suelen parecerse a gestos utilizados comúnmente.
Pueden clasificarse según la parte del cuerpo en al que se localiza:
- tics faciales (son los más frecuentes)
- tics de la cabeza y cuello
- tics del tronco y de los miembros
- tics respiratorios (resoplidos, aspiraciones,...)
- tics fonatorios (gruñir,...)
- .....
Una persona puede tener un solo tic o varios; en este último caso suelen realizarse siempre en el mismo orden; también hay quien los hace simultáneamente.
Aunque pueden ser controlados voluntariamente durante determinado tiempo, factores como la presencia de otras personas, las situaciones de estrés emocional,... tienden a desencadenarlo y/o aumentarlo.
El tratamiento aplicado deberá adaptarse a la personalidad del niño; a partir de ello, el especialista infantil determinará si es conveniente prescribir medicación, realizar un tratamiento psicomotriz, entrar en psicoterapia, un tratamiento conductual o una combinación de ellas.
Asimismo se orientará a la familia para que proceda a ayudar al niño de la forma más conveniente, ya que el medio familiar en el que se desenvuelve un niño con tics suele ser tenso y lleno de hábitos perfeccionistas. La familia deberá evitar "estar encima" del niño cada vez que haga el tic y, sobre todo, no culpabilizarlo ni reprimirlo.








  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS